En la medina, núcleo de
la ciudad o qalb (corazón) de Mauror se alza la mezquita mayor y, tras opacas e
inexpresivas murallas, se esconde el alcázar. La calle, el rostro de la ciudad,
no existe y, la plaza se ve sustituida en sus funciones por los patios de las
casas.
En un primer cinturón,
las callejuelas albergan los distintos ramos del comercio. En una segunda
franja los barrios residenciales y, por
último, los arrabales, bien dentro del recinto amurallado, bien extramuros.

El agua es el elemento sin par en la arquitectura islámica, realzando el esplendor por medio del reflejo en sus albercas, dispersando frescura y sonido apacible en patios y salones, por sus fuentes y canales rehundidos en el suelo de mármol blanco.
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